martes, 1 de mayo de 2012

El valor educativo de la química y física.

     Vivimos en una sociedad en que la ciencia y tecnología ocupan un lugar fundamental en el sistema productivo y en la vida cotidiana en general. La población necesita de una cultura científica y tecnológica que le permita comprender un poco mejor el mundo moderno y le permita adquirir habilidades para desenvolverse en la vida cotidiana y para relacionarse con su entorno. Ya no es posible reservar la cultura científica y tecnológica a una elite; la sociedad ha tomado conciencia de la importancia de las ciencias y de su influencia en temas como la salud, los recursos alimenticios y energéticos, la conservación del medio ambiente, el transporte y los medios de comunicación. La ignorancia de lo científico, de su utilidad y de las limitaciones y exigencias de la verdad científica se constata en numerosas situaciones de la vida diaria, en la superficialidad con la que se tratan los temas científicos en general y en la aceptación social que hoy en día tienen algunas creencias o pseudociencias.

    La educación general debe evolucionar en función de las demandas de una sociedad progresivamente compleja, que requiere para su funcionamiento de un desarrollo intensivo de las capacidades individuales que favorezcan la incorporación a procesos productivos complejos y la flexibilidad mental necesaria para asumir distintos roles en una sociedad dinámica. Además, la educación deberá procurar el desarrollo de una capacidad crítica y creativa que permita incidir en la modificación de la realidad social. Y todo esto no únicamente en aquellos alumnos que vayan a cursar carreras científicas, sino a todo el alumnado en general. La enseñanza de las ciencias debe estimular: la curiosidad frente a un fenómeno nuevo o a un problema inesperado, el espíritu de iniciativa y tenacidad, la flexibilidad intelectual, el espíritu crítico, que supone no contentarse con una actitud pasiva frente a una “ verdad revelada e incuestionable”, la habilidad para manejar el cambio, para enfrentarse a situaciones cambiantes y problemáticas. 

    La ciencia  utiliza instrumentos tecnológicos para ampliar la capacidad de los sentidos y obtener información de los fenómenos naturales con mayor detalle y precisión. Realiza interpretaciones, deducciones, conclusiones, predicciones y representaciones de fenómenos y procesos naturales a partir del análisis de datos y evidencias de una investigación científica y explica cómo llego a ellas. Desarrolla y aplica modelos para interpretar, describir, explicar o predecir fenómenos y procesos naturales, comunicando los resultados de sus observaciones e investigaciones usando diversos recursos; como diagramas, tablas de datos, gráficas, tecnologías de comunicación y proporciona una justificación de su uso. Proporciona al alumno una adquisición metodológica basada en el cuestionamiento científico y el espíritu crítico, que favorece además de  trabajo en equipo, fomentando la argumentación en la discusión de ideas. Es por todo ello por lo que  la enseñanza de las ciencias puede contribuir a que los jóvenes adquieran los instrumentos y destrezas adecuados y pertinentes para aprender y seguir aprendiendo, de manera que puedan conocer, interpretar y actuar en el mundo que les toque vivir, donde lo único constante será el cambio. Además de que  la enseñanza de las ciencias favorece en niños y jóvenes el desarrollo de sus capacidades de observación, análisis, razonamiento, comunicación y abstracción, permite que piensen y elaboren su pensamiento de manera autónoma.

    Nos enseña a cuestionar la naturaleza, la sociedad, a nosotros mismos, revela el funcionamiento de lo que existe, descubre los orígenes de nuestro planeta. La ciencia es por tanto una manera de buscar explicaciones, en estrecha relación con el desarrollo tecnológico y como resultado de un proceso histórico, cultural y social en constante transformación.

    El papel de la educación como instrumento para orientar y formar culturalmente a las personas refuerza y justifica el valor y la necesidad de la educación científica en los alumnos. El siguiente paso sería por tanto concretar el contenido y modo de transmitir esos conocimientos a los estudiantes, este proceso se conoce como  transposición didáctica. Es necesario adecuar los conocimientos científicos a los estudiantes para que resulten asequibles a su capacidad pero sin llegar a simplificarlos tanto que puedan dar lugar a ideas y conceptos equivocados en el alumno y por otro lado también es necesario cambiar el modo de transmitir estos conceptos de manera que resulten atractivos y se convierta en un proceso algo más lúdico.

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