La
educación general debe evolucionar en función de las demandas de una sociedad
progresivamente compleja, que requiere para su funcionamiento de un desarrollo
intensivo de las capacidades individuales que favorezcan la incorporación a
procesos productivos complejos y la flexibilidad
mental necesaria para asumir distintos roles en una sociedad dinámica. Además,
la educación deberá procurar el desarrollo de una capacidad crítica y creativa que permita incidir en la modificación
de la realidad social. Y todo esto no únicamente en aquellos alumnos que vayan
a cursar carreras científicas, sino a todo el alumnado en general. La enseñanza
de las ciencias debe estimular: la curiosidad frente a un fenómeno nuevo o a un
problema inesperado, el espíritu de
iniciativa y tenacidad, la flexibilidad intelectual, el espíritu crítico,
que supone no contentarse con una actitud pasiva frente a una “ verdad revelada
e incuestionable”, la habilidad para manejar el cambio, para enfrentarse a
situaciones cambiantes y problemáticas.
La ciencia utiliza instrumentos tecnológicos para ampliar
la capacidad de los sentidos y obtener información de los fenómenos naturales
con mayor detalle y precisión. Realiza interpretaciones, deducciones,
conclusiones, predicciones y representaciones de fenómenos y procesos naturales
a partir del análisis de datos y evidencias de una investigación científica y
explica cómo llego a ellas. Desarrolla y aplica modelos para interpretar, describir, explicar o predecir fenómenos y
procesos naturales, comunicando los resultados de sus observaciones e
investigaciones usando diversos recursos; como diagramas, tablas de datos,
gráficas, tecnologías de comunicación y proporciona una justificación de su
uso. Proporciona al alumno una adquisición metodológica basada en el
cuestionamiento científico y el espíritu crítico, que favorece además de trabajo
en equipo, fomentando la argumentación en la discusión de ideas. Es por
todo ello por lo que la enseñanza de las
ciencias puede contribuir a que los jóvenes adquieran los instrumentos y destrezas adecuados y pertinentes para
aprender y seguir aprendiendo, de manera que puedan conocer, interpretar y
actuar en el mundo que les toque vivir, donde lo único constante será el
cambio. Además de que la enseñanza de
las ciencias favorece en niños y jóvenes el
desarrollo de sus capacidades de observación, análisis, razonamiento, comunicación y abstracción, permite que
piensen y elaboren su pensamiento de manera autónoma.
Nos enseña
a cuestionar la naturaleza, la sociedad, a nosotros mismos, revela el
funcionamiento de lo que existe, descubre los orígenes de nuestro planeta. La ciencia
es por tanto una manera de buscar explicaciones, en estrecha relación con el
desarrollo tecnológico y como resultado de un proceso histórico, cultural y
social en constante transformación.
El
papel de la educación como instrumento para orientar y formar culturalmente a
las personas refuerza y justifica el valor y la necesidad de la educación
científica en los alumnos. El siguiente paso sería por tanto concretar el
contenido y modo de transmitir esos conocimientos a los estudiantes, este
proceso se conoce como transposición didáctica. Es necesario
adecuar los conocimientos científicos a los estudiantes para que resulten asequibles
a su capacidad pero sin llegar a simplificarlos tanto que puedan dar lugar a
ideas y conceptos equivocados en el alumno y por otro lado también es necesario
cambiar el modo de transmitir estos conceptos de manera que resulten atractivos
y se convierta en un proceso algo más lúdico.
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